Incertidumbre y autoengaño
Me he dado cuenta que el sentimiento que me afecta más a nivel emocional es la incertidumbre. No hay nada que me moleste más que no saber lo que pasa; plantear y replantear la misma pregunta una y otra vez sin poder darle una respuesta.
Me afecta mucho no tener una certeza (o la idea de una certeza) del terreno que piso y a dónde me dirijo. No puedo concentrarme en otra cosa y tengo una sensación permanente de vacío en el estómago. Es molesto y deprimente.
Lo cierto es que esta vez la incertidumbre podría ser resultado del autoengaño, del proceso de querer entender subtextos y de las ganas de querer que, en el fondo, las cosas salgan tal y como uno las quiere aunque en la superficie tengan una apariencia casi contraria. Es este autoengaño el que me lleva a reconocer una beta de tierna pasión en los ojos de quien me dice: "quiero dormir sola" y responde con un frío- No.- cuando pregunto si la volveré a ver; el texto es claro y, aún así, abrigo la esperanza de que el subtexto haya estado empapado de una mezcla de ternura, pasión y miedo, tal vez necesito creer que se dará cuenta de un momento a otro que me quiere; que no quiere dejar pasar esta oportunidad, que quiere intentarlo sin importarle el riesgo.
Sigo esperando que abra la puerta, diga mi nombre y me pida que regrese a la cama. Ya van cuatro días que la espero.
Me afecta mucho no tener una certeza (o la idea de una certeza) del terreno que piso y a dónde me dirijo. No puedo concentrarme en otra cosa y tengo una sensación permanente de vacío en el estómago. Es molesto y deprimente.
Lo cierto es que esta vez la incertidumbre podría ser resultado del autoengaño, del proceso de querer entender subtextos y de las ganas de querer que, en el fondo, las cosas salgan tal y como uno las quiere aunque en la superficie tengan una apariencia casi contraria. Es este autoengaño el que me lleva a reconocer una beta de tierna pasión en los ojos de quien me dice: "quiero dormir sola" y responde con un frío- No.- cuando pregunto si la volveré a ver; el texto es claro y, aún así, abrigo la esperanza de que el subtexto haya estado empapado de una mezcla de ternura, pasión y miedo, tal vez necesito creer que se dará cuenta de un momento a otro que me quiere; que no quiere dejar pasar esta oportunidad, que quiere intentarlo sin importarle el riesgo.
Sigo esperando que abra la puerta, diga mi nombre y me pida que regrese a la cama. Ya van cuatro días que la espero.
3 Comments:
ya van casi dos años, pendejo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cuatro años, un poco más
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