Un domingo
Un domingo cualquiera, temprano en la mañana; uno se levanta después de disfrutar sus sesenta minutos de sueño, se pregunta quién rompió el florero, cómo fue que todo quedó tan sucio y sonrie al poder saborear la cuba en sus labios. En esos domingos uno amanece rodeado de amigos, nuevos y viejos, a veces enredado en piel ajena y descubre a la cuba le acompaña el delicado sabor de labios, piel y cigarro (aunque uno no fume). Son lindos esos domingos, hacen que uno se sienta vivo, en paz, feliz y se agradece a la vida por los amigos, por el ron y por la piel.
Salud por esos domingos.
Salud por esos domingos.